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Fragmentos de la obra

«El vendedor exaltaba las cualidades para mantener el precio. Yo, al fin cristiano, le mermaba méritos para rebajarlo. Me estremecí de pronto. Disputábamos el precio de Cristo como si fuera una simple mercancía y me acordé de Judas. ¿No era aquélla también una compraventa de Cristo? ¿Pero cuántas veces vendemos y compramos a Cristo?… No de madera, de carne… en él y en nuestros prójimos»

«Un Cristo bello puede ser un peligroso refugio donde esconderse en la huída del dolor ajeno, tranquilizando al mismo tiempo la conciencia en un falso cristianismo, por eso debieran tener más Cristos rotos, uno a la entrada de cada iglesia que gritara siempre con sus miembros partidos y su cara sin forma, el dolor y la tragedia de mi segunda pasión en mis hermanos los hombres…»

«Pero aquella mañana nos aventuramos por la casa del artista, es más fácil encontrar ahí al Cristo, pero mucho más caro»

«Una cruz laica, sin sangre ni amor de Dios es absurda, no tiene sentido. Por eso se me ocurre una idea, yo tengo un Cristo sin cruz, y tú tienes, tal vez, una cruz sin Cristo»